21 de noviembre de 2015, una fecha que en Wolfsburg dejó muchas alegrías instantáneas y mucha esperanza en cuanto al futuro del club a corto plazo. El equipo goleó 6:0 al Werder Bremen y de allí se dejaba -eso se pensó- el mal juego y la escasez goleadora en la plantilla lobezna, cuan equivocados estuvimos. El Wolfsburg -desde ese día- no ha vuelto a sumar de a tres en la Bundesliga, cada jornada ve como se aleja paso a paso su principal objetivo, clasificar nuevamente a la UEFA Champions League. Tras el parón invernal las esperanzas se habían renovado, una serie de amistosos dejaron a Draxler y Schürrle como los más destacados de invierno, dos jugadores que se esperaba fueran clave, pero que aun no habían aportado, ni cerca, lo que de ellos se esperaba. Nada cambió, el equipo te deja una sensación de falta de 'garra', de espíritu de lucha, motivación, cosas que no son palpables en el fútbol, pero que juegan un papel vital en la lucha por los objetivos trazados al inicio y desarrollo de cada campaña.

En el 2016 suman 1 punto de 6 posibles, este de un empate conseguido en casa ante el Köln, equipo que puso en exhibición todas las falencias de los dirigidos por Dieter Hecking, quien aun tiene buenas noticias, jugadores que siguen dándolo todo por él y por el club (Kruse, Arnold, Vieirinha...), esos que cada jornada se vuelven más fundamentales en un esquema que aún no termina de mostrar todo el esplendor que los colocó como la gran revelación de Europa la pasada campaña.

En Europa la realidad es otra, junto al Bayern München, son los sobrevivientes teutones en la máxima competición de clubes, la Champions League, clasificados como líderes de grupo y emparejados con un rival de 'nivel similar', el KAA Gent de Bélgica, aunque aún con la necesidad de encontrar su juego, su mejor versión, para así seguir viviendo el sueño europeo, un paso a la vez.